Las pruebas ultrasónicas (UT) son una piedra angular de los ensayos no destructivos (NDT), capaces de identificar defectos internos que podrían comprometer la integridad estructural de componentes críticos. La pregunta de qué tan pequeño puede ser un defecto detectable mediante UT no tiene una única respuesta numérica, ya que está gobernada por una compleja interacción entre la física, las propiedades del material y la capacidad del equipo. Sin embargo, en condiciones óptimas industriales, los sistemas UT modernos pueden detectar de forma fiable defectos tan pequeños como 50 micras (0,05 mm) en materiales favorables; no obstante, los límites prácticos de detección suelen oscilar entre 100 y 500 micras, dependiendo de la aplicación.
Los límites teóricos y prácticos de las pruebas ultrasónicas están determinados principalmente por las propiedades de las ondas sonoras que viajan a través de un material.
El factor más importante que determina la sensibilidad de detección es la frecuencia ultrasónica. El tamaño mínimo de defecto detectable es aproximadamente la mitad de la longitud de onda (λ/2) de la onda sonora en el material. Las frecuencias más altas producen longitudes de onda más cortas, lo que permite detectar defectos más pequeños. Sin embargo, las ondas sonoras de alta frecuencia también se atenúan (debilitan) más rápidamente a medida que viajan por el material, lo que limita su profundidad de penetración efectiva. Esto genera una compensación directa:
Alta frecuencia (por ejemplo, 20–50 MHz): Excelente para detectar defectos pequeños (hasta ~50 µm) en secciones delgadas o materiales de grano fino, como cerámicas o ciertas aleaciones utilizadas en aeronáutica y aviación.
Baja frecuencia (por ejemplo, 1–5 MHz): Usada para inspeccionar secciones gruesas o materiales con alta atenuación, como fundiciones de acero inoxidable mecanizado CNC de grano grueso, aunque con menor resolución, detectando defectos típicamente no menores de 1–2 mm.
Un defecto solo es detectable si la señal ultrasónica que refleja (el "eco") es significativamente más fuerte que el “ruido” electrónico y material de fondo. El ruido del material surge de su microestructura inherente: límites de grano en metales, porosidad en compuestos o inclusiones. Los componentes con una microestructura fina y uniforme, como los producidos mediante un servicio de mecanizado de precisión a partir de bloques homogéneos, presentan un nivel de ruido mucho más bajo, lo que permite identificar defectos más pequeños.
Más allá de la física básica, varios aspectos prácticos afectan significativamente lo que un inspector puede detectar.
Las propiedades acústicas del material son fundamentales. La atenuación es la pérdida de energía sonora a medida que se propaga. Los materiales con alta atenuación, como algunos polímeros plásticos mecanizados o aleaciones de titanio de grano grueso, requieren frecuencias más bajas, reduciendo así la resolución. Por el contrario, los materiales con baja atenuación, como las aleaciones de aluminio mecanizado CNC de grano fino (por ejemplo, 6061) o Inconel 718, son ideales para inspecciones de alta resolución.
No todos los defectos del mismo tamaño son igualmente detectables.
Tipo: Los poros de gas y las inclusiones suelen ser esféricos y reflejan las ondas sonoras en todas las direcciones, lo que los hace más fáciles de encontrar. Las grietas, en cambio, son planas y altamente direccionales.
Orientación: Una grieta debe estar casi perpendicular al haz de sonido para reflejar una señal fuerte de vuelta a la sonda. Una grieta paralela al haz puede ser completamente invisible. Esto es un factor crítico al inspeccionar piezas complejas provenientes de un servicio de mecanizado multieje, donde las tensiones pueden generar defectos en orientaciones específicas.
Ubicación: Los defectos cercanos a la superficie o próximos a características geométricas, como esquinas, pueden quedar enmascarados por el eco inicial o por reflexiones estructurales, dificultando su identificación.
El método estándar de UT por pulso-eco tiene límites, pero las metodologías avanzadas amplían las capacidades de detección.
El PAUT utiliza sondas multielemento que pueden dirigir, enfocar y barrer los haces electrónicamente sin mover la sonda. Esto permite enfocar dinámicamente a la profundidad de interés, concentrando la energía sonora para mejorar la señal de un defecto pequeño y aumentar significativamente la relación señal-ruido. Esta tecnología es fundamental para la inspección de soldaduras críticas en los sectores de generación de energía y petróleo y gas.
Colocar el componente y el transductor en un tanque de agua (prueba por inmersión) proporciona un acoplamiento perfecto y constante. Cuando se combina con sistemas de escaneo automatizado, produce imágenes tipo C-scan, esencialmente un mapa 2D de las características internas. Este método es extremadamente confiable para detectar y cuantificar porosidades e inclusiones pequeñas en componentes complejos de prototipado CNC antes de pasar a la producción en masa.
En conclusión, aunque las pruebas ultrasónicas son teóricamente capaces de alcanzar resoluciones inferiores a 50 micras, el límite práctico inferior para inspecciones industriales rutinarias suele situarse entre 100 y 200 micras para defectos planos y ligeramente inferior para poros volumétricos. Alcanzar la máxima sensibilidad requiere una combinación sinérgica de sondas de alta frecuencia, materiales de bajo ruido, tecnología avanzada de arreglos en fases y una comprensión exhaustiva de la geometría del componente y de sus posibles modos de falla.